ALEBRIJE hace vibrar a la sala Siroco en la presentación de su disco INMORTALES

Los madrileños ofrecen un concierto en el que despliegan con la misma convicción su vertiente rockera y su lado más latino.
Su nuevo disco INMORTALES esta disponible en todas las plataformas desde el 9 de febrero.

Las manijas del reloj marcaban las diez en punto cuando los seis integrantes de Alebrije, ataviados con coloridas camisas ochenteras, se subían al escenario de una sala Siroco llena seguidores del grupo. La melancolía de un arpegio de guitarra eléctrica se adueñaba de la atmósfera de la sala y un teclado se sumaba con sus respuestas al réquiem de Te Deseo, una canción que denuncia la violencia machista con unos estribillos cargados de rabia y electricidad. La mecha estaba prendida. Le sigue Dos Catedrales, con la que conforma un tándem de pura adrenalina rockera que no dio tregua al público y que desembocó en una estruendosa ovación.

A partir de ahí, el espectáculo se adentra en su parte más oscura, con canciones como Pesadilla, que remite a esos momentos en los que los delirios oníricos no terminan, sino que comienzan al despertar. La sensación de claustrofobia se apacigua cuando cuatro de los seis miembros del grupo abandonan el escenario para que el guitarrista Javier Ballesteros y la cantante Isabel Gil, ofrezcan un breve set acústico en el que se produce uno de los momentos más emotivos de la velada: El muro de las flores, una canción con un inconfundible aroma mexicano, homenajea a las víctimas de la violencia machista en este país.

Tras este paréntesis, se produce un cambio de tercio y arranca la parte más latina del concierto con Día de muertos, “la canción con la que empezó todo”, dice Javi, un tema sobre el amor, el duelo y un homenaje a la cultura mexicana. En la recta final del concierto hay espacio para dos canciones inéditas, Cumbia de la libertad y Casi ná, un canto a la libertad la primera y una afro rumba despechada de desamor la segunda con las que el público, completamente entregado, no paró de bailar.

El concierto se acercaba a su fin cuando empezaron a sonar los primeros acordes de Inmortales, la canción que da nombre al disco, un canto a la alegría de vivir cuyo estribillo el público coreaba sin cesar. Para los bises la banda se reservaba dos cartas ganadoras. Con la primera, la salsa-rumba Violetas en otoño se desató la locura en la pista de baile. El concierto bien podría haber terminado ahí arriba, pero Alebrije prefirió “hacer miel de la amargura” y utilizar Vidas paralelas, un medio tiempo con aires de habanera, como guinda para el pastel.

Inmortales, la carta de presentación de los madrileños Alebrije, es un disco ecléctico que aglutina una variada gama de influencias que van desde el rock clásico y el blues hasta el indie de los 90, pasando por géneros de raíz latinos como la habanera, la rumba e incluso la salsa. Pero si existe una región que imprime un carácter decisivo al disco, esa es México. Las referencias a esta capital cultual y musical latinoamericana se encuentran en todas partes: en el nombre del grupo, en la portada, en las letras, en el protagonismo de los metales y, de forma especialmente explícita, en una de sus canciones titulares: Dia de muertos.

El trabajo surge a partir de una docena de canciones escritas por Javi, el guitarrista del grupo, y su cantante Isa mientras ambos estaban aún en su proyecto anterior, The Reverb, y en los meses posteriores a la disolución de éste. Tras revisar el material con el productor del disco, el cantante y guitarrista Ariza, escogen las siete canciones que conforman Inmortales.

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